Las diez cosas más locas del museo
Una silla con un mensaje secreto, una máquina tragaperras que ayuda a encontrar pareja, una llave para el ataúd de un famoso escritor y muchas otras curiosidades esperan en el depósito digitalizado del Wien Museum. Hemos explorado en el archivo y encontrado cosas increíbles.
Mapa
El depósito del Wien Museum alberga más de un millón de objetos que el público puede ver solo en raras ocasiones... Hasta ahora. Un proyecto que se ha extendido a lo largo de varios años ha tenido como objetivo digitalizar la gigantesca colección del Wien Museum. En la colección online del Wien Museum ya pueden verse más de 48 000 objetos, un patrimonio de piezas originales de Viena de ámbitos tan distintos como el arte, los objetos de la vida cotidiana, la moda o los hallazgos arqueológicos y que por tanto es capaz de suscitar el interés del público más variopinto. Estos diez objetos nos han parecido especialmente interesantes por la gran cantidad de información que nos dan sobre sus antiguos propietarios.
Esta máquina tragaperras del año 1897 nos demuestra que el mundo no acaba en Tinder: la 'agencia internacional de mediación matrimonial' era una de las atracciones del Prater, y por el módico precio de tres peniques prometía encontrar la pareja ideal de cualquier señor o señora que se atreviera. La máquina fue pensada como una respuesta irónica y jocosa a las agencias de mediación matrimonial, populares por aquel entonces. Si el aparatito fue responsable de muchos o pocos matrimonios, es algo que no sabemos.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
También curioso y sin duda algo más macabro es este patíbulo de unos 30 centímetros de alto del año 1870: una horca 'para llevar' o una forma especial de humor patibulario, por decirlo de alguna manera. Para qué servía este tan particular accesorio de madera sigue siendo un misterio. Sí sabemos que este minipatíbulo perteneció a Josefine Gallmeyer, una actriz y directora de teatro que cosechó numerosos éxitos en ciudades como Viena, Berlín y en los EE. UU. Una calle lleva su nombre en el distrito de Döbling.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Este animalito tan especial tiene unos 300 años y decoró el callejón entre viviendas en la calle Lugeck 5/Wollzeile 5, cerca de la Catedral de San Esteban. Su objetivo era recordar el mito del Schmekender Wurm. Según la leyenda, en las profundidades del edificio se escondía un monstruo que despedía un olor tan fétido que se podía 'mascar'. La bestia era representada como una mezcla de dragón y cocodrilo, aunque miedo es probablemente lo último que inspira.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Algo que pocos saben es que Egon Schiele, además de trabajar en papel, también hizo trabajos plásticos. Con la consigna 'lo pequeño es bonito', este trabajo plástico que representa a una bailarina y mide apenas ocho centímetros irradia sin embargo un gran atractivo. Para fabricar la figura, Schiele empleó arcilla de moldear y alambre. Por desgracia, no se sabe el año exacto en que la hizo.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Durante siglos estuvo en el punto más elevado de Viena: desde 1444 hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, un vigilante observaba la ciudad desde la torre más alta de la Catedral de San Esteban. Su función consistía en detectar a tiempo incendios o enemigos que se estuvieran aproximando a la ciudad. Para hacerse oír en caso de que pasara lo peor, tenía a su disposición un enorme megáfono. Esta monstruosidad de hojalata mide aproximadamente un metro y medio y data de entre 1600 y 1700.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Para encontrar el ojo de la cerradura de esta llave dorada hay que introducirse en las entrañas de la tierra. Estamos hablando de la llave del ataúd de Franz Grillparzer. El famoso escritor murió en 1872, tras lo que fue enterrado en el cementerio de Währinger Ortsfriedhof, que cerraría poco tiempo después. La exhumación tuvo lugar en 1879. El cementerio de Hietzing acogería finalmente sus restos. Para visitar su tumba es necesario encontrar el grupo 13, número 107.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
En un baile tradicional que se precie no puede faltar la entrega de regalos de rigor, una ceremonia durante la que se entregan pequeños detalles a las damas. A principios del siglo XX, la costumbre de regalar pequeños recuerdos a las mujeres que participaban en los bailes alcanzó su cenit artístico. La condición era que fueran originales y actuales. Así, los organizadores el baile Landstraßer Bürgerball de 1898 se decidieron por abordar el moderno tema del suministro de gas urbano. Las damas fueron obsequiadas con tuberías de gas como recuerdo. Por nuestra parte, dudamos que la idea despertara mucho entusiasmo hoy en día.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Una reliquia sumamente trágica: el 8 de diciembre de 1881 tuvo lugar el incendio del Ringtheater, uno de los peores desastres que vivió la monarquía. Durante la representación de Los cuentos de Hoffmann de Jacques Offenbach se desató un incendio. La falta de protocolos de seguridad hizo que casi 400 personas perecieran en las llamas. Este anillo se encontró entre las ruinas del teatro, y finalmente acabó en el Wien Museum.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Tener que convencer a un alto número de personas para que se vacunen es algo muy actual y antiguo al mismo tiempo. Por eso, en tiempos de la monarquía se daba un incentivo por ir a vacunarse. Esta medida aprobada para compensar a los vieneses que se prestaran a vacunarse contra la viruela data de 1803. Que en Viena se empezara tan pronto a vacunar a la población tiene sus motivos. La emperatriz María Teresa perdió tres hijos a causa de la viruela, una experiencia que la hizo pionera en la adopción de este tipo de medicina.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Otto Wagner diseñó esta silla con reposabrazos para el polémico alcalde de Viena Karl Lueger en 1904. Lueger fue un antisemita irredento y un racista que utilizó frecuentemente su populismo para hostigar al Partido Socialdemócrata Obrero. Esto animó al trabajador encargado de fabricar su silla a tan sutil protesta...
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
... En un mensaje oculto que introdujo bajo el recubrimiento de cuero el trabajador manifestaba su indignación por el hecho de que Lueger se refiriera a los trabajadores en el parlamento vienés como 'andrajosos'. La inscripción fue descubierta durante los trabajos de restauración de la silla en 2018.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Esta máquina tragaperras del año 1897 nos demuestra que el mundo no acaba en Tinder: la 'agencia internacional de mediación matrimonial' era una de las atracciones del Prater, y por el módico precio de tres peniques prometía encontrar la pareja ideal de cualquier señor o señora que se atreviera. La máquina fue pensada como una respuesta irónica y jocosa a las agencias de mediación matrimonial, populares por aquel entonces. Si el aparatito fue responsable de muchos o pocos matrimonios, es algo que no sabemos.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
También curioso y sin duda algo más macabro es este patíbulo de unos 30 centímetros de alto del año 1870: una horca 'para llevar' o una forma especial de humor patibulario, por decirlo de alguna manera. Para qué servía este tan particular accesorio de madera sigue siendo un misterio. Sí sabemos que este minipatíbulo perteneció a Josefine Gallmeyer, una actriz y directora de teatro que cosechó numerosos éxitos en ciudades como Viena, Berlín y en los EE. UU. Una calle lleva su nombre en el distrito de Döbling.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Este animalito tan especial tiene unos 300 años y decoró el callejón entre viviendas en la calle Lugeck 5/Wollzeile 5, cerca de la Catedral de San Esteban. Su objetivo era recordar el mito del Schmekender Wurm. Según la leyenda, en las profundidades del edificio se escondía un monstruo que despedía un olor tan fétido que se podía 'mascar'. La bestia era representada como una mezcla de dragón y cocodrilo, aunque miedo es probablemente lo último que inspira.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Algo que pocos saben es que Egon Schiele, además de trabajar en papel, también hizo trabajos plásticos. Con la consigna 'lo pequeño es bonito', este trabajo plástico que representa a una bailarina y mide apenas ocho centímetros irradia sin embargo un gran atractivo. Para fabricar la figura, Schiele empleó arcilla de moldear y alambre. Por desgracia, no se sabe el año exacto en que la hizo.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Durante siglos estuvo en el punto más elevado de Viena: desde 1444 hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, un vigilante observaba la ciudad desde la torre más alta de la Catedral de San Esteban. Su función consistía en detectar a tiempo incendios o enemigos que se estuvieran aproximando a la ciudad. Para hacerse oír en caso de que pasara lo peor, tenía a su disposición un enorme megáfono. Esta monstruosidad de hojalata mide aproximadamente un metro y medio y data de entre 1600 y 1700.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Para encontrar el ojo de la cerradura de esta llave dorada hay que introducirse en las entrañas de la tierra. Estamos hablando de la llave del ataúd de Franz Grillparzer. El famoso escritor murió en 1872, tras lo que fue enterrado en el cementerio de Währinger Ortsfriedhof, que cerraría poco tiempo después. La exhumación tuvo lugar en 1879. El cementerio de Hietzing acogería finalmente sus restos. Para visitar su tumba es necesario encontrar el grupo 13, número 107.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
En un baile tradicional que se precie no puede faltar la entrega de regalos de rigor, una ceremonia durante la que se entregan pequeños detalles a las damas. A principios del siglo XX, la costumbre de regalar pequeños recuerdos a las mujeres que participaban en los bailes alcanzó su cenit artístico. La condición era que fueran originales y actuales. Así, los organizadores el baile Landstraßer Bürgerball de 1898 se decidieron por abordar el moderno tema del suministro de gas urbano. Las damas fueron obsequiadas con tuberías de gas como recuerdo. Por nuestra parte, dudamos que la idea despertara mucho entusiasmo hoy en día.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Una reliquia sumamente trágica: el 8 de diciembre de 1881 tuvo lugar el incendio del Ringtheater, uno de los peores desastres que vivió la monarquía. Durante la representación de Los cuentos de Hoffmann de Jacques Offenbach se desató un incendio. La falta de protocolos de seguridad hizo que casi 400 personas perecieran en las llamas. Este anillo se encontró entre las ruinas del teatro, y finalmente acabó en el Wien Museum.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Tener que convencer a un alto número de personas para que se vacunen es algo muy actual y antiguo al mismo tiempo. Por eso, en tiempos de la monarquía se daba un incentivo por ir a vacunarse. Esta medida aprobada para compensar a los vieneses que se prestaran a vacunarse contra la viruela data de 1803. Que en Viena se empezara tan pronto a vacunar a la población tiene sus motivos. La emperatriz María Teresa perdió tres hijos a causa de la viruela, una experiencia que la hizo pionera en la adopción de este tipo de medicina.
– © CC-BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
Otto Wagner diseñó esta silla con reposabrazos para el polémico alcalde de Viena Karl Lueger en 1904. Lueger fue un antisemita irredento y un racista que utilizó frecuentemente su populismo para hostigar al Partido Socialdemócrata Obrero. Esto animó al trabajador encargado de fabricar su silla a tan sutil protesta...
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum
... En un mensaje oculto que introdujo bajo el recubrimiento de cuero el trabajador manifestaba su indignación por el hecho de que Lueger se refiriera a los trabajadores en el parlamento vienés como 'andrajosos'. La inscripción fue descubierta durante los trabajos de restauración de la silla en 2018.
– © CC BY 3.0 AT, Foto: Birgit und Peter Kainz, Wien Museum